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Así nació
CAITANADAS
Se trata de una palabra inventada, no por nosotros, sino por una mujer llamada Teresa Manrique, que ha sido protagonista involuntaria de la creación de nuestra marca.
Pero recapitulemos, Caitanadas nace de una bonita historia de amor entre dos personas que se encontraron sin saber que se estaban buscando, Pablo y Alba.
Pablo pasó parte de su infancia junto a su abuela, Teresa, en uno de los pueblos más bellos de España, Urueña. Rodeado de trigo, flores silvestres, paisajes infinitos, animales y el amor de una abuela a la que admiraba, ya que a pesar de su menudo cuerpecillo era una trabajadora incansable. Pablo era el niño más imaginativo que jamás se haya visto, y es que su frase más repetida era ¿te imaginas qué mamá? ¿te imaginas que abuela ? Esos "te imaginas" le fueron dotando de una sensibilidad especial por las cosas, una observación, una tradición, un refinamiento. Sacaba belleza en todo lo que le rodeaba y si no lo veía lo creaba o lo arreglaba.
En su afán creador por naturaleza siempre le llamaba la atención una expresión de su abuela, refiriéndose a Caitanadas como aquellas cosas que eran innecesarias, tontorronas. Algo que se salía de lo sencillo o de lo necesario, para Teresa Manrique no eran más que Caitanadas. Una palabra que siempre decía con una sonrisa y con los ojos cerrados. Una palabra inventada por ella misma.
Fue un tiempo después, tras dedicar varios años al diseño de producto y de lámparas de diseño bajo el pseudónimo artístico de Paul Manriq, cuando Pablo vio que podía hacer de lo “innecesario” algo necesario. Creando belleza para redondear la propuesta gastronómica de cualquier chef. Creando belleza para algunos de los lugares más felices del mundo, los restaurantes.
Ahí fue cuando apareció Alba, la otra parte de Caitanadas. Con su entusiasmo, su sensibilidad, su ilusión por la vida, por contemplar belleza y sobretodo con su amor. Juntos crearon un equipo fascinante, que se alimenta de los clásicos, que se inspira con la naturaleza, que se fascina con el savoir faire de los artesanos, con las construcciones de las diferentes ciudades a las que viajan, que disfrutan de la vida y juntos también, crearon un propósito, crear belleza.
...Ir más allá de lo necesario para crear excelencia

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